El creciente volumen de residuos de plástico vertidos al mar
pone en peligro la superviencia de los peces, su crecimiento y su
alimentación, lo que podría repercutir en la cadena alimentaria
El mar es el último gran contenedor en el que se mezclan los residuos,
muchos de ellos plásticos, que por una razón u otra han eludido su
destino prefijado. Recipientes o bolsas que deberían formar parte del
proceso de reciclaje forman en el mar grandes islas de basura que
perturban el ecosistema. El problema ha adquirido un cariz nuevo desde
que se ha descubierto que las grandes corrientes oceánicas, conocidas
como giros, arrastran las basuras hasta acumular grandes extensiones de
residuos, fundamentalmente plásticos. El primer hallazgo se detectó hace
12 años, cuando se descubrió una gran isla de plásticos en el Giro
Central del Pacífico Norte. Se trata de una gran corriente oceánica que
circula en el sentido de las agujas del reloj y que forma una espiral
lenta entre la costa oeste de Norteamérica y las costas de Japón. Y la
basura que entra en ese inmenso remolino queda atrapada.
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